Hermoso mar.
Unas veces bravo,
otras sereno.
Hay días
que relajas mi alma
con bellas melodías
que me susurras al oído,
ante ti quedo extasiado,
atraído
por tus reflejos
llenos de misterio.
Me conmueve tu inmensidad
que no es más que una
gota de rocío.
En tus días bravos,
ahuyentas al mismo diablo
con tus rugidos,
coloso que levantas olas
espantando al más atrevido.
Ante ti me quito el sombrero,
sabes ser tierno como un niño,
pero cuando te enfadas
no hay quien pueda contigo.
Hermoso mar, cada mañana yo te miro,
y al ver tu majestuosidad,
suspiro y pienso:
¿Cómo habrá amanecido hoy con sus
latidos?
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